Nuestra gran apuesta como Nación debe ser el conocimiento. Poner la educación y el desarrollo tecnológico como motores de un proyecto que genere oportunidades y transforme la Argentina para que cada persona, y toda la sociedad, pueda soñar y hacer un horizonte de prosperidad.
Porque no nos basta solo con mejorar un poco. Las últimas décadas entramos en una pronunciada decadencia económica y social. La pobreza, la inseguridad, el cierre de empresas y la falta de trabajo son síntomas de nuestros mayores problemas.
Porque el conocimiento es el bien más importante en el mundo en que vivimos.
Solamente un modelo de desarrollo basado en el conocimiento nos permitirá anticipar las crisis, reducir brechas sociales y económicas, aprovechar oportunidades y agregar valor a lo que producimos.
#DarElPaso
Nuestra gran apuesta como Nación debe ser el conocimiento. Poner la educación y el desarrollo tecnológico como motores de un proyecto que genere oportunidades y transforme la Argentina para que cada persona, y toda la sociedad, pueda soñar y hacer un horizonte de prosperidad.
Apostar por una revolución del conocimiento implica dirigir los esfuerzos hacia una transformación del sistema educativo que sea capaz de formar a nuestros niños y adolescentes para los retos del siglo XXI.
Una Revolución del Conocimiento que logre un verdadero crecimiento con inclusión, necesita que los futuros trabajadores reciban una educación que esté en sintonía con el mundo laboral actual para facilitar su inserción y la posibilidad de emprender.
La Revolución del Conocimiento debe tener a nuestras familias como centro de muchas de sus reflexiones y varias de sus iniciativas. Sabemos que la estabilidad y las buenas condiciones de los núcleos familiares son una condición imprescindible para que sus miembros puedan desarrollar de mejor manera sus capacidades intelectuales, emocionales y sociales. Sabemos, también, que buena parte de las posibilidades de desarrollo de una sociedad pasan por la atención a los primeros años de vida de nuestros niños. Las políticas para el cuidado de la primera infancia no son una opción para nuestra revolución, son una obligación porque son una condición para una mejor calidad de vida.
La salud no es solo la lucha contra las enfermedades, es un todo que abarca también la prevención y la posibilidad de asegurar el mayor bienestar posible para trabajar, para aprender y para desarrollarnos plenamente. Además, la salud general de la población guarda una relación estrecha con la capacidad de desarrollo que tiene una sociedad.
La pandemia que el mundo sufre nos recuerda que nuestra salud depende de la salud del ambiente, y que éste depende de nosotros. Sin un modelo de desarrollo que apueste firmemente por el conocimiento, será imposible concebir e implantar una alternativa ambientalmente responsable con nosotros y con las futuras generaciones.
La educación otorga capacidades y oportunidades a todos y genera sociedades más integradas y pacíficas.
Los ciudadanos tenemos derecho a una vida segura. No podemos desarrollarnos plenamente en ambientes amenazantes. Las políticas de seguridad no pueden aplicarse como parches.
Conocé cada paso que estamos dando juntos.
Esta es la hora de levantarse, de recordar quienes somos y de creer en nosotros mismos.
Es tiempo de dar el paso.